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Objetivo: reconquistar la vida

Objetivo: reconquistar la vida

Diario LA RIOJA comparte una jornada con las 20 personas que viven en la comunidad terapéutica de Proyecto Hombre

MAITE MAYAYO

Sábado, 18 de abril 2015, 21:24

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Cuando Paula se despierta sus ojos buscan en la cabecera de su cama la sonrisa de su pequeño y el 'te quiero' escrito con los grafismos rotos y temerosos de la infancia. A Paula esas letras coloreadas y nerviosas que duermen allí con ella le insuflan el oxígeno preciso para ganar otro día más la batalla en esta 'casa'. A las 7.30 horas tocan diana. La casa se despereza rápido porque la jornada es dura y el horario, inflexible. Sus veinte inquilinos son veinte proyectos de vida, veinte personas que ansían volver a empezar. Conforman una gran familia, cuyos miembros se reconfortan entre sí con ayuda de terapeutas y voluntarios, y aun sin lazos de sangre tienen mucho en común porque todos hablan el mismo lenguaje y su objetivo es común: liberarse de las adicciones y aprender a vivir sin las drogas.

Diario LA RIOJA ha compartido una jornada con los 16 varones y 4 mujeres (los nombres de este reportaje son ficticios) que conviven en la comunidad terapéutica de Proyecto Hombre, uno de los programas pilares de la institución que cumple 25 años. Esta comunidad, situada en Logroño, es el único recurso residencial en La Rioja para tratar adicciones y acoge a policonsumidores de largo historial en el abuso de drogas y con múltiples recaídas y fracasos en otros tratamientos. Comparten este hogar de lunes a viernes. El fin de semana regresan a su origen.

El encuentro De 9.15 a 10.15 horas

La actividad arranca con fuerza, puntual (el día se lleva a rajatabla) y en común (hay dos fases, según el tiempo que lleven, pero a esta hora ambas coinciden). Con sus sillas forman un círculo y todas las miradas confluyen en Lola, la terapeuta. «Empezamos el día todos juntos y en el grupo se habla de todo lo que nos afecta a todos», presenta Lola antes de recordar: «Estamos aquí porque sabemos que tenemos un problema y es hora de solucionarlo con otras personas con igual problema». En pie avanzan al centro y abrazados recitan un saludo aprendido para desearse un buen día. Estamos en vísperas de Semana Santa (el reportaje se realizó el martes 31 de marzo y el 1 de abril se iniciaban 5 días de vacaciones en los que el centro cerraba) y Lola alude a la necesidad de planificar el tiempo. Planificar y tiempo, dos palabras claves.

A partir de aquí brotan miedos e inseguridades. La ilusión de Paula por reencontrarse con su hijo contrasta con el temor de Pilar. ¿Qué pasará tantos días fuera? Alguno expone que sería mejor permanecer en la casa. Pero Lola reconduce: la actitud es clave y hay que llenar la vida porque el aburrimiento y la soledad son motivos de recaída; por eso hay que planificar. «Mañana nos vamos, tenéis todo el día para pensar».

Hay dos nuevos: Paco y Antonio. Apenas llevan 24 horas en la casa. A Miguel (es el veterano, 13 meses sin consumir) le toca el monólogo. Como era mantenedor, en un par de minutos y apoyado en una pizarra despacha una mini-lección sobre medidas de seguridad en las escaleras mecánicas. Sensores... mecanismos para detectar... Uno interrumpe y espeta: «Yo paré unas de golpe». El improvisado profesor reprende: «La podías haber preparado... y sólo para reírte». El encuentro se cierra con un 'sketch' protagonizado por tres de ellos que provoca risas por varios minutos.

Cinco minutos y... seminario de 10.30 a 12.30 horas

El sol inunda el porche de la casa mientras echan un cigarrillo (casi todos fuman). Es un breve descanso para volver al trabajo. Paco desvela que mañana se va y no vuelve. Antonio es un hombre entrado en años, orgulloso de su hijo ingeniero y de su hija enfermera y está separado. «Tomaba unos vinos por la mañana y por la tarde. Como es la costumbre aquí en La Rioja», remata buscando el asentimiento de la periodista. «¿No fuma usted?», pregunto. «Dos cajas, pero lo dejé hace 13 años. Los hijos me han dado un ultimátum y aquí estoy, no muy convencido, pero es lo que hay».

El seminario versa hoy sobre la negatividad (hay que identificar las situaciones de riesgo). Cristina dirige la reunión y Almudena, la otra terapeuta, anota en la pizarra. A las preguntas siguen respuestas y regresan los fantasmas. Pilar (una semana sin consumir) vuelve a la carga: no quiere ir a su pueblo. «Cinco días allí...». El resto le aconseja que ocupe el tiempo. Después sabremos que no mantiene buena relación familiar. José (dos meses) no se ve con fuerza para bajar a la plaza de su pueblo. Quiere retomar la pintura, su pasión, pero... hace tanto que no pinta sin estar 'colocado'. Paula (cuatro meses) se queja porque su exmarido le ha apartado de su papel de madre.

El momento más delicado surge con la confesión de Pilar: el tema le ha dado ganas de consumir. Y la hábil terapeuta tercia: «Has compartido y es lo que debes hacer. Si no, puedes caer». Y ¿si esto ocurre en vacaciones? Pilar no se atrevería a decirlo a la familia y José le tranquiliza: «Igual que tú llevas tu proceso ellos llevan el suyo en terapia de familia. A mí, mi familia me ha sorprendido». «Tened en cuenta que vamos a llevar esto toda la vida», advierte Carmen (nueve meses y medio). Hoy escucharé más veces esta sentencia.

Receso en el porche 5 minutos

Vuelta al porche a por los cinco minutos de receso. Esta vez es Miguel, el veterano, quien habla. Lo suyo eran las drogas de diseño. «Empecé a los 18 años. Era mantenedor de máquinas pero cogí un videoclub, discotecas... Todo empezó con la noche. Supe que algo ocurría cuando comencé a robar. Fui a prisión. Me echaron de otro centro y mi madre no podía más, pero nunca tiró la toalla. Aquí me quedan uno o dos meses. Buscaré trabajo de lo mío y viviré con mi madre». Miguel es una especie de 'padre' para el grupo. Sus gestos se obedecen y él vigila. «En el año que he pasado aquí he visto abandonar a 13 o 15 personas. Da pena. Quieres transmitirles que esto funciona, pero...».

Tiempo de trabajo 12.30 a 13.45 horas

Dentro de la casa hay barullo. Ha comenzado el 'sector' (es el tiempo de trabajo y se reparten por sectores de limpieza, cocina, huerta...). En la cocina, perfectamente uniformados, varios lidian con el horno. Huele a pollo. Javier friega el pasillo y Carlos preserva lo limpiado con papeles. Javier es el benjamín. 22 años. Nueve meses y medio sin consumir. «Porros y speed», espeta. «Me dio un brote psicótico. Creía que me perseguían... esas cosas. Un día me puse a hablar con la tele y mis padres me llevaron al psiquiatra». Tenía varias multas por consumir en la calle: 300,52 euros cada vez. «También he traficado y robé en huertos. Estoy aquí obligado pero me veo mejor», dice. Luego conoceré que su hermano mayor rechazó ser su acompañante, papel que ejerce un amigo que él no esperaba.

Paula (cuatro meses) dispone la mesa para comer. Ella es la destinataria de los deseos garabateados por un niño que cuelgan en la pared de una habitación. «Mi hijo ha venido a verme aquí. Estuve 4 años sin consumir y luego por el padre de mi hijo volví a beber y a la droga. El niño nunca me ha visto consumir», dice. «Me intenté suicidar», añade y apunta un maltrato psicológico.

Alguien trae del huerto una enorme coliflor; hay varias y sugiere que vayan pronto al puchero. De camino al huerto ratifico lo visto a primera hora: las puertas de acceso al centro terapéutico permanecen abiertas todo el día. El pequeño huerto convive con un invernadero, listo para un próximo curso de horticultura. Por cierto, qué abundancia de coliflores y berzas.

Colindante se encuentra el taller de mantenimiento; un crío pinta de gris un banco metálico y todo el que pasa le larga lo feo que queda. «Hago lo que me mandan», se defiende.

De vuelta a la casa, hay un gran alborozo. Álvaro, un excompañero de la comunidad, ha venido a comer. «Estuve 13 meses aquí y ahora una vez a la semana voy a reinserción. En junio me dan el alta». Trabaja en el campo. Tiene 30 años y con 15 empezó con la cocaína. «Menos alcohol y porros, todo», zanja para evitar la pregunta. «Cuando te quedas sin dinero, sin familia y sin amigos te das cuenta. Mis padres me dijeron que me fuera de casa y eso me hizo reaccionar». Se trató sin éxito en Vitoria y Bilbao y recaló aquí. «No sé qué tiene esto de diferente pero funciona». Siempre que puede regresa a la casa ¿Por qué? «Porque esto nunca hay que olvidarlo. Me ha hecho cambiar la vida. Creo que ellos te vean bien les ayuda».

Hora de comer 13.45 a 15 horas

«Familia, a comer», se escucha. Por el pasillo reparo en el tablón de anuncios. Prendidas de chinchetas, varias hojas manuscritas se balancean. Son los objetivos que cada uno se ha autoimpuesto para las vacaciones: día por día, hora por hora... Coincido con uno de los nuevos: Paco. «Consumía speed. Oía voces. He estado 20 días en la séptima del San Pedro y de ahí a aquí, pero no me veo aquí. Llevo dos meses sin consumir y lo voy a dejar solo. A diferencia de estas personas tengo trabajo, otras cosas»

Me acuerdo de la leyenda que he leído hace un rato en una sala: «El éxito en la vida no se mide por lo que logras sino por los obstáculos que superas».

Hoy toca garbanzos con verdura y pollo y fruta. Observo a alguien que no habla con nadie y pregunto. «Estará de experiencia educativa. Cuando cometes un error reflexionas sobre lo hecho y dura una semana. Yo estuve tres pero depende de lo que necesites procesar, reconocer», responden.

En la comida, Carmen (nueve meses y medio 'limpia') está conversadora y relata que toca el bajo desde los 13 años. Heroína, cocaína, alcohol... son sus cruces. A los 18 cambió el grupo por la droga. Tuvo una condena por robo con violencia (como muchos de sus actuales compañeros) y acabó aquí. «No quería venir pero ahora no me quiero ir. Entonces me quería morir. No quería despertarme», confiesa. Habla de sus planes: Tiene el graduado escolar y quiere sacar la ESO para lo cual se apoya en un profesor voluntario que viene a la casa a dar clases.

Tiempo libre y... a 'recaídas' De 15 a 16 h. y 16 a 17.15 horas

Tras la comida hay tiempo libre. Unos se retiran, a otros se les ve con cuadernos y bolis en actitud reflexiva, enfrascados en los 'deberes'. En el porche Álvaro saca de su coche a una preciosa e inquieta perra que no llega al año a la que está entrenando y que ocupa el centro de todas las miradas durante un buen rato. Manolo (diez meses) transmite sus prisas por salir: «Me quedan uno o dos meses». Y Álvaro responde: «A todo el mundo le llega su momento». Manolo invita a Álvaro a la función teatral del 23 de mayo. Representarán 'El hombre que se convirtió en perro' y 'El sueño dorado'. La participación es libre y los jueves son los ensayos.

La terapeuta Conchi sale al porche y se fija en Paco, uno de los nuevos. Puede que éste ya le haya anunciado su intención de no regresar tras las vacaciones porque Conchi le invita a apartarse un poco del resto e inicia una pausada charla.

Son las 16 horas. «¡Familia. A recaídas!», se oye. Cada día, hay sesiones y actividades de la mano de voluntarios. Hoy se habla de recaídas y el médico voluntario afirma que un motivo de recaída es la dificultad en la comunicación. El resto de la 'clase' girará en torno a la conversación, los turnos de palabra, el orden, la solicitud, cómo retroalimentar las conversaciones... un sinfín de cosas bien escenificadas por parte de varios voluntarios. Acaba el seminario con un compromiso que uno tras otro repiten: «Me comprometo a no consumir nada esta semana».

Trabajo, ducha y cena De 18 a 21 horas

Hora de la merienda y vuelta al sector. Cada uno se centra en la tarea asignada hasta las 19.30 horas, cuando se abre un nuevo espacio de tiempo libre. En la planta superior hay una sala con ping-pong, billar, bicis estáticas... y una biblioteca. A las 20 horas toca el reparto de cigarrillos: veinte por persona. Y después de la ducha llega la cena a las 21 horas. Se entretienen con la tele en familia y, sobre todo, hablan y hablan...

La luz se apaga... 23.20 horas

En la habitación de chicas, Paula se mete a la cama y dirige su mirada a la cabecera. 'Que sueñes conmigo mamá', lee antes de cerrar sus ojos. Otro día superado con éxito. Ya queda menos para ser libres, esta vez de verdad.

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